El general de los ejércitos incas, Ollantay, es un guerrero
de origen plebeyo que por sus excelentes servicios ha sido elevado a la nobleza
de privilegio y se le han concedido numerosos premios. Pero se enamora de Cusi
Coyllur (Lucero Alegre o Estrella), hija del Inca Pachacútec (El restaurador
del mundo), amor prohibido, pues de acuerdo a las leyes de Imperio, nadie,
salvo otro de linaje inca, puede casarse con una princesa. No obstante,
Ollantay, enceguecido por el amor, se une a Cusi Coyllur, secreto que comparte
la reina madre Ccoya o Anahuarqui.

Ollantay, al enterarse que Cusi Coyllur ya no está en el
palacio de la reina madre, cree que ha sido asesinada y decide abandonar el
Cuzco, junto con Piqui Chaqui (Pies de pulga), su confidente y servidor, no sin
antes amenazar con volver y destruir la ciudad imperial. Se instala en la
ciudad que lleva su nombre, Ollantaytambo, donde se atrinchera y se hace
independiente, dispuesto a resistir con las armas a las huestes del Inca.
El Inca ordena a su general Rumi Ñahui (Ojo de Piedra) que
reúna fuerzas y marche a combatir a Ollantay. Por su parte, Ollantay envía a su
general Orco Huarancca (Mil Montañas) quien tiende a Rumi Ñahui una emboscada
en un desfiladero, derrotándolo. Diez años después el Inca Pachacútec muere sin
haber conseguido su deseo de derrotar a Ollantay; le sucede su hijo Túpac
Yupanqui (El estimado por la realeza).
Mientras tanto, en el Acllahuasi, Cusi Coyllur tiene a su
favor a una de las acllas o vírgenes del Sol, Pitu Salla, pero como fiera
oponente a la dura Mama Caca (Madre Roca), la gobernanta del Acllahuasi. No
obstante haber pasado diez años de férrea prisión, Cusi Coyllur aun conserva
alguna esperanza de salir de ella. Su hija, Ima Súmac, ha sido criada por Pitu
Salla como una escogida más, pero sin enterársela nada de sus padres; la niña
descubrirá por casualidad a su madre, proponiéndose desde entonces ir donde el
nuevo Inca a fin de pedir clemencia para ella.
Mientras tanto, Túpac Yupanqui se propone derrotar y
capturar a Ollantay, para lo cual envía a Rumi Ñahui, quien le promete
rehabilitarse de su anterior derrota. Esta vez Rumi Ñahui decide emplear la
astucia: se presenta ante Ollantay cubierto de heridas y pretende que así lo ha
tratado el nuevo Inca; de esa manera se gana su confianza y aprovechando una
fiesta nocturna, abre las puertas de Ollantaytambo para dar acceso a sus
tropas, las cuales, sin ninguna resistencia, logran capturar a Ollantay, a Orco
Huarancca y a otros oficiales, que son llevados al Cuzco, ante la presencia de
Túpac Yupanqui. Éste pregunta a sus consejeros qué debería hacer con los
rebeldes. El Huillac Uma, que siempre hace de pacificador, pide clemencia; más
Rumi Ñahui pide la muerte de ellos. Túpac Yupanqui aprueba la pena capital;
pero a último momento no solamente perdona a los rebeldes, sino que les
confiere puestos todavía más altos. Ollantay es nombrado general mayor y
lugarteniente del Inca en caso de ausencia de éste por asuntos bélicos. Orco
Huarancca es nombrado jefe del Antisuyo.
Pero Ollantay tendrá otra dicha más por recibir: su
reencuentro con su amada Cusi Coyllur. Ello ocurre en efecto, gracias a la
casualidad: Ima Súmac, desde su niñez valiente, ingresa al palacio imperial y
se arrodilla ante la presencia del Inca, pidiéndole piedad para su madre,
encadenada en lo más recóndito del Acllahuasi. Aunque por el momento no sabe de
quién se trata, el Inca se interesa por el asunto y junto con Ollantay se dirige
al Acllahuasi, donde encuentran a la mujer prisionera, que más que persona les
parece un espectro cubierto solo por su larga cabellera. Finalmente, el Inca
reconoce en ella a su hermana (lo que es una bonita anagnórisis) de cuyos
labios oye su penosa historia. Entonces Túpac Yupanqui, magnánimo, la libera y
allí mismo la desposa con Ollantay, terminando así, con final feliz, el drama
inca.
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